El triunfador tiende a exagerar el mérito propio y a ocultar los dones recibidos sin merecimiento: el capital físico, económico y social, que tanto influyen –junto al esfuerzo y el azar– en el estatus futuro de alguien.
Por Enrique Sánchez. 07 enero, 2022. Publicado en Correo, el 7 de enero de 2022.Como destacan teóricos como Michael Sandel, el orgullo del “self-made man/woman” es, a menudo, infundado. El triunfador tiende a exagerar el mérito propio y a ocultar los dones recibidos sin merecimiento: el capital físico (salud, belleza, inteligencia), económico (renta familiar) y social (educación, cultura, ejemplos, contactos familiares), que tanto influyen –junto al esfuerzo y el azar– en el estatus futuro de alguien. Lo justo es agradecer, con humildad, esa fortuna.
La desigualdad en los dones recibidos pone en cuestión, también, el objetivo liberal de la igualdad de oportunidades y la meritocracia. “Que compitan todos y que cada cual llegue tan lejos como su talento y esfuerzo le permitan”. Es el mantra de muchos políticos (incluso de socialdemócratas como Tony Blair, Hillary u Obama). Pero, ¿cómo podría competirse justamente en una carrera donde los atletas corren desde puntos iniciales y con calzados tan desiguales?
Algunos aspectos de la meritocracia siguen siendo deseables. Es bueno estimular la libertad. Es útil incentivar el esfuerzo. Y es mejor que el criterio de selección profesional sea la competencia o habilidad para esa tarea que la clase, la raza, el género o el amiguismo. Queremos que nos defienda la mejor abogada, que nos opere la mejor cirujana o que eduque a nuestros hijos el mejor profesor posible.
Salvemos esos aspectos positivos de la meritocracia. Pero, conscientes de sus límites, complementémosla con otros principios. Una sanidad y una educación de calidad para todos los ciudadanos. Una mayor redistribución de la riqueza a través de la fiscalidad progresiva. Y una revalorización de todos los trabajos honestos (intelectuales y manuales). Porque todos, si se realizan con esmero, son ocasión de realización personal y sirven al bien común. Y porque nadie es, en esencia, más que nadie.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.